LEOPOLDO ALAS CLARÍN
(Ensayos y Revistas)

¿Dónde están esos genios parciales aunque sea de menor cuantía, que acompañen a una original y potente nota propia en el arte el producto de una reflexión seria, sistemática, ilustrada con la técnica correspondiente? ¡Ay! Nuestras medianias (1) no saben más que imitar, dándole siempre vueltas al mismo amaneramiento, al poeta de su predilección, o por lo menos su protector o amigo (1);no es escriben libros de ciencia estética, no piensan en la técnica de su arte; les basta con las reglas atropelladamente redactadas de las poéticas vulgares: han aprendido los misterios técnicos de la métrica en el Instituto provincial, y eso les basta; no han vuelto a pensar en las profundas y complicadas leyes del ritmo en su relación con la idea bella.¡ - Y de los grandes problemas estéticos ¿ qué han dicho ? ¿ qué han pensado ? . Nada. Ni les importa. Todo se reduce a escribir como Campoamor, o como Bécquer, o como Nuñez de Arce, o como Quintana. O como los traductores de los poetas clásicos o de los modernos extranjeros. Y todo lo demás se lo toman ellos por añadidura. De crítica no hablan más que para maldecirla, para envolverla en alegorías de envidias (1) ...y exigirle alabanzas incondicionales. En otros países, la cuestión estético técnica de la poesía, la tratan principalmente los críticos poetas; aquí nadie; a lo menos los poetas no se acuerdan de ella. Y es que estos caballeros no son artistas en resumidas cuentas no están enamorados de la poesía, sino de la vanidad; quieren fama, no quieren el placer sublime de descubrir misterios de la expresión bella. A tal clase de medianías no se la puede tolerar... Es claro: hay muchas cosas buenas que no las ha dicho el genio, en poesía como en todo, pero en nuestros poetas de orden intermedio, (entre malo y peor) no ha dicho nada de eso. No sienten, desean renombre. Su palidez no es la huella de Dios que visitó su mente; es la palidez de Casio, que porque nadó con César en el Tíber, sobre las mismas turbias ondas ya quiere ser tanto como César. Tampoco meditan, cavilan cómo se puede sobornar a la fama........ La poesía sólo puede salvarse insistiendo en ser quien es: reconocer el estro de las medianías es abdicar, hacer de la turbamulta un juez, ni siquiera un jurado, ni siquiera un jurado de quien sea el crítico mero asesor, es profanar la poesía. Esos escritores que recomiendan el arte como una panacea, como algo que va a gustar a todos, como un revolucionario puede recomendar la república que él va a traer llena de felicidad y economías; esos escritores que hablan de prosperidad de un pueblo cifrada en los mucho Fernández, Pérez y Gómez que allí entienden de rima, o son cortesanos de esa democracia enemiga, o son tontos que ni siquiera saben cuan grave y delicada materia pretenden manejar........ Si queréis que por fuerza, por patriotismo haya muchos poetas en un país donde no los hay, habréis salvado el decoro nacional, pero no a la poesía, y esos poetas, que hasta pueden figurar en la Guía de forasteros, no los leerá nadie, no consolarán a nadie, no verterán en los corazones el bálsamo de la ilusión y el ensueño de la esperanza....

LUIS VALDERRAMA MODRÓN

Una repetición, hoy multiplicada en esta España neovital, sumisa, desmemoriada, celestinesca y degradada. ( La España gobernada intelectual, creativamente por EL IMPERIO DE LA MEDIOCRIDAD

La envidia es un veneno que atormenta, martiriza y no mata. Jamás combatáis a los envidiosos. No reproduzcáis tampoco ni aumentéis su envidia con gestos de prepotencia o altanería intelectual. Si queréis sentiros únicos frente a ellos, emulad la austera conducta de los sabios. Abridles, si podéis aún más esos caminos por los que con agrado y lentitud transitan. Acariciad con sarcasmo quevediano y socarronería de rufián ducho en intrigas y compadreos de salón nombre, su vanidad de mediocres o camastrones y su petulancia de licenciados en analfabetismos doctrinarios. Detestadlos o desdeñarlos, pero usando levemente la sonrisa de los cínicos, que cuando les ofreces la mano, te dan solamente los dedos para que no descubras su adiposidad feminoide. Dejadles en paz y mostraros con ellos ceremoniosos y sumamente correctos. Es la certera y eficaz forma de vencerlos. Gratuita, obscena y TERRIBLEMENTE continuarán sufriendo, porque la envidia jamás sacia su hambre y devora a quienes la cobijan en los entresijos de su ineficacia profesional creadora.

(De Cuadernillos panfletarios -El imperio de la mediocridad- Reflexiones alrededor de mi diario nº10)



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